Mi primer viaje sola fue al hermoso Estado de Chiapas, México. Iba a ser mi cumpleaños y el plan era que iría con una amiga que siempre hace segunda. Recuerdo que me dijo “Tú no te preocupes yo me encargo de TODO” ósea, los tours, que conocer, hospedaje, transporte y como ella se iba un día antes no tenía de que preocuparme.
Me marca y me dice emocionada “YA VOY AL AEROPUERTO” se tomó una foto con su outfit mexicano y con toda la actitud llegó al aeropuerto esperanzada de conocer uno de los estados más bellos de México.
Me marca de nuevo y me dice:
B: - Me vas a matar!!!
A: - ¿Llegaste tarde babosa?
B:- Wei compre el vuelo al revés, en vez de salir de CDMX lo compre saliendo de Tuxtla Gutiérrez!!! Y ya no puedo cambiarlo me sale carísimo, tendrás que irte sola
A:- ¿QUEEEEE!? NOOO me da miedo, que voy a hacer solaa??
B: - No seas jota, no te pasa nada. Ya te vas sola bye.
Colgué y mi primer sentimiento fue MIEDO. ¿Qué iba a hacer en Chiapas, siendo mujer y sola?
Tenía ya boletos comprados, entré en pánico un rato y empecé a buscar quien podría aconsejarme. Encontré un grupo en Facebook “mochileros.com.mx”, hice mil preguntas a cientos de personas desconocidas que me ayudaron a resolver mis dudas más que el grupo de whatsapp de mis amigas.
Gracias a ese grupo ya tenia la idea de como irme del aeropuerto al Cañón del Sumidero, que combi tomar para que me llevara a San Cristóbal de las Casas y que tours tomar para conocer Chiapas.
Hice todo en menos de 12 hrs. Ya tenía hotel, itinerario y el miedo guardado en la maleta.
¿Qué si tenia miedo? ¡DEMASIADO! Estaba segura viéndome secuestrada por los Zetas en la selva, pero decidí mejor dejar ese miedo en pausa para enfrentarlo cara a cara cuando ya mi avión estuviera en Chiapas.
Agarre una mochila escolar, aventé lo suficiente de ropa que realmente utilizaría, un par de tenis y unas botitas y vamonosss.
Mi avión aterriza, junto con mi realidad de que estaba completamente SOLA. Y aprendí sobre la marcha a moverme, a pedir ayuda e indicaciones, me llené de emoción pasar sobre una simple lancha ante el inmenso y majestuoso Cañón del Sumidero. Estaba ahí, con un montón de gente desconocida, viendo colores del agua de un verde que jamás había visto, cocodrilos, changos. Estaba impresionada de donde estaba y bueno, Chiapas es grandiosamente MARAVILLOSO.
Mi miedo lo vencí, me abrí a otro tipo de mundo y lo más importante, me aprendí a conocer, a valorar cada cosa que conocía, cada pequeño detalle lo estaba disfrutando como nunca jamás en algún viaje, desde las cosas más sencillas hasta las cosas más impresionantes.
Ese día era mi cumpleaños y decidí regalarme la noche más bonita de todas. Me puse bonita para MÍ y decidí ir al restaurante que más me gustara. Mientras tomaba una copa de vino conmigo misma, me sentí inmensamente feliz de saber donde estaba, que había logrado viajar sola. Controle mis ruidos en la cabeza, esos ruidos que nos llenan de tantas ansiedades y preguntas.
Estaba sola en una mesa, festejando conmigo misma un año más de vida, en un lugar hermoso y siendo completamente independiente y segura de mí misma.
El estar sola y disfrutar desde una copa de vino hasta estar frente de una de las cascadas más impresionantes que había visto en mi vida fue el precio que pague por ir sola. El lugar era MÍO, mis emociones eran MÍAS y la manera en que absorbía cada cosa que veía, comprendí que solo estando SOLA era la única forma de disfrutar lo que estaba viviendo y sentir que era real cuando mis pies pisaban esos suelos tan verdes. Mis pies iban a donde yo quería, mis ojos volteaban a ver lo que los hacía brillar y mis manos tocaban aguas que jamás pensé disfrutar.
No estaba Sola, estaba acompañada de mí y entendí que eso me llenaba más que nada en el mundo. Había aprendido a andar sola y a VIAJAR sin depender del tiempo de alguien más.
Estaba feliz y realizada y a partir de ahí, mis viajes y mi vida ya no fue igual.
De un simple accidente el destino tenía planeado sorprenderme. Me había preparado para estar conmigo misma, para demostrarme que no hay mejor manera de vencer un miedo que enfrentarlo, que podía ser independiente y que la mejor compañía que tenía siempre ha sido mi persona. Mi corazón en aquel entonces estaba roto y muy herido y aprendí a sanar mis heridas.
El destino tenía planeado hacerme adicta a viajar y conocer el mundo, a no esperar por nadie, a sacar lo mejor de mí y a calmar mis pensamientos.
Por eso se me hizo adictivo viajar completamente sola. Conocer primero el lugar YO, para absorberlo como solo yo sé para después compartirlo con alguien más.
“La soledad a veces es la mejor compañía y es quien te da las mejores respuestas”
¡VIAJA y más que conocer el lugar, aprende a conocerte A TI! Viaja solo.
Anacaren Gutierrez Fbn.
Comments