"Antes de que sea demasiado tarde, di todo lo que traes adentro"
Cuantas veces hemos sentido ganas de parar un rato y darle pausa a la vida para poder tomar un respiro. A veces sentimos ahogarnos y desearíamos tener el poder de entender los mil “¿por qué a mí?” que se nos vienen a la cabeza.
La vida es caerse una y otra vez, a veces algunas caídas duelen más que otras. Existen raspones y heridas profundas, que son aquellas que no cicatrizan tan rápido como quisiéramos.
No hay otra manera que yo pueda definir a la vida más que como una lucha constante de no solo existir, es persistir, trascender, no es solo vivir, es sentir el estar vivo.
Cada persona llevamos cargando en la espalda sentimientos, angustias, tristezas, dolores, amores y traumas que vamos juntando día con día.
Cada que salgo por la mañana veo caras distintas preguntándome que es lo que le estará doliendo a esa persona, viendo ojos apagados y otros con mucha luz, incluso yo misma trato de luchar para hacer brillar mis ojos, aunque alguien más los haya apagado. Hay días que he salido a la calle con inmensa tristeza en mi corazón, tratando de disimular que todo está bien, sonriendo mientras me desangro por dentro y me pregunto cuantos no estamos así y agarramos fuerzas que no sabemos de donde salen para poder hacer que nuestros ojos no lloren y solo sonreír aparentando que todo va bien.
Y aunque las cosas malas que nos pasan nos incitan a hacer grandes cosas y vienen comienzos de ese impulso tan grande que tomamos desde abajo, algunas veces también necesitamos parar un rato, quitarnos la armadura y respirar para poder seguir adelante.
Cuantos de nosotros solo desearíamos un abrazo que nos arregle por ese instante, cuantos “perdón” sanarían tantas heridas abiertas, cuantos “te extraño” añoramos escuchar para reiniciarnos, decir un “te quiero” que puede salvar un autoestima, un “te admiro” daría alas para volar aún más alto, un “aquí estaré siempre” ayudarían a regresar cuando necesitemos un poco de aliento y un “Hijo, estoy orgulloso de lo que has logrado” curaría la mayoría de nuestros dolores internos.
La vida jamás será sencilla, pero tal vez si fuéramos más nobles y comprensivos nos ayudaríamos mucho más. A veces decir esas palabras es de lo más sencillo, pero a la vez tan grande que arreglarían un poco los pedazos que llevamos cargando con tanto pesar. Nunca sabemos que puede pasar el día de mañana y creo que jamás deberíamos de quedarnos con las ganas de decir esas palabras que a veces nos ahogan por dentro, porque nosotros mismos queremos decirlas a alguien.
Quizá nuestros pedazos sanarían con un perdón de nuestros padres o de quien nos hizo daño alguna vez, nuestras entrañas tomarían más fuerzas con un abrazo, esos abrazos que te arreglan un poco, escuchar un “te quiero” sincero de alguien, nos daría mas amor para dar de regreso y que te recuerden lo que vales sería más sencillo para no olvidarlo.
Cuantos perdones necesitamos decirle a alguien y por orgullo no lo decimos o por miedo a que no nos escuche, pero les aseguro que esa palabra calma el alma, tanto decirla como escucharla.
A tí que me lees y que esto te hace recordar a una persona, ve y dile lo que tengas que decirle, no importa el momento ni la hora, no te quedes con nada adentro, no sabes que puede pasar el día de mañana y ya no puedas decirle algo que, a lo mejor, puede arreglarle un poco el corazón.
Un “te amo” que tienes palpitando en el corazón, un “perdóname, jamás quise hacerte daño” que nos pesa como ladrillos, un “te necesito” que quieres gritarle o un “ayúdame, no puedo más” que traemos cargando desde el fondo de nosotros, nos haría liberar toda esa carga emocional que la mayoría de las personas no se da cuenta. Al final todos somos niños queriendo ser protegidos y queridos por nuestros padres y por quienes nos rodean. Queremos correr y que nos sanen las heridas como cuando ibas con mamá por un raspón. La vida nos enseño a crecer y a hacernos creer que podíamos curar nuestras heridas nosotros mismos, pero no todas son tan fáciles de cerrar, unas no cierran jamás y otras dejan marca de por vida y solo ciertas palabras ayudarían a mitigar ese dolor e incluso a sanar.
Lo escribo porque estar sola en una ciudad tan grande te hace reflexionar muchas cosas y a veces con tanto que traigo cargando en la espalda, me desmorono y el otro día di una pausa para llorar desconsoladamente sobre una banqueta y quitarme esa armadura de fortaleza que me pesa más que un saco de piedras, que moriría por correr por un abrazo que me juntara todas mis piezas, por llorar sin que me juzguen ni me pregunten absolutamente nada y pensar en que si tal vez yo escuchara esas palabras o las dijera, harían de mi carga mucho mas fácil.
Por eso tú que me lees, HAZLO, no sabes cuantos corazones puedes salvar, cuantas lágrimas puedes ahorrarle a alguien y la liberación que sentirás al decir lo que tenías guardado adentro.
Ama hasta enloquecer, perdona y pide perdón, dile a cada persona que quieres lo importante que es para tí y lo feliz que te hace o te hizo alguna vez, dale las gracias a ese amigo o persona por estar siempre ahí, dibuja con tus dedos la cara de quien amas para que tus manos y tus sentidos jamás la olviden, pórtate como quisieras que se portaran contigo, estamos en este camino para dejar huellas de cosas buenas y no malas. Respira, el tiempo pasa muy rápido y se nos olvida a veces voltear a contemplar un poco el cielo. Valora quien te entrega su amor y dedicación. Ayúdate a dejar ir los rencores que traes cargando y ayuda a otros a sanar su corazón. Que el día de mañana tu carga sea más ligera. Aprecia los pequeños detalles que te regala la vida y disfrútate al máximo, que nadie te conoce tan bien como tú mismo. Pero sobre todo, las palabras que te mencione, dilas para tí, pídete perdón por todo lo que has cargado y permitido, recuerda todo lo que vales y lo que has luchado por tener, siéntete inmensamente orgulloso de quién eres y lo que eres, lo mucho que te necesitas para siempre estar de pie y lo fuerte que eres que aún con tus piezas rotas sigues luchando día con día viendo el sol nacer y salir ahí afuera por otro día nuevo.
Quiérete mucho.
A todos mis amigos, mi familia, mi pasado, si no se los digo diario, los amo mucho y gracias por absolutamente todo.
Anacaren Gutiérrez Fabián.
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